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Enmudecen las preguntas​
y mientras los muertos celebran sus ordalías​
la clausura del grito nos arroja al mundo,​
al olvido.​
Cada día que comienza​
la presencia fantasmal de la calma​
se deshace en la cínica gravidez del pasado,​
los sueños se ahogan y son devueltos por el tiempo​
como dagas que desgarran la esencia del cuerpo perdido.​
Las ausencias de esta meseta me pertenecen por completo,​
insidias, desvelos, rajas​
todos los silencios me pertenecen enteramente.​
El lento sendero del daño hace una parábola inicial y se detiene,​
varían los rostros, las caricias,​
y la inevitable constelación de la nada se complace.​
Todo este hastío me pertenece​
como la fugacidad indolora​
de la promesas maquilladas para la traición.

​
Conrado Yasenza (26 de noviembre de 2006)

Fotografia de Henri Cartier-Bresson

Haiku

 

soy un poeta sin libro,
como un efímero clavel del aire.

 

Conrado Yasenza

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