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El tiempo, los hijos, la vida con los días y sus tardes, los asados, las borracheras, los porros que fumamos al borde de la pileta mientras la bomba se atora, enloquece, por un poquito de ese humo; los amigos, un quincho, el amor, las risas, las sonrisas, unos viajes, los hijos creciendo, la música, yo haciendo música para ellos y para vos, la vida, los árboles, los cipreses, los eucaliptos y las magnolias, y nuestros perros, la madurez y las manos, y el amor, y el desamor a veces... los ojos, los aromas, la vida dura sin un mango, el amor sosteniendo, la noche en una mesa, mates para mí y libros a la espera de los ojos, besos al pasar, vos rondando por ahí, yo tratando de enamorarla a ella para enamorarte a vos y a otros tal vez, ella escurridiza, y vos pasás de nuevo casi sin darte cuenta, una caricia cuando el mate va hacia la boca, seguís de largo, los chicos por ahí, los perros jadeando con sincera tenacidad, quizás así nos muestren su alegría, el viento y la lluvia y esas goteras que no arreglamos nunca, la noche, el día temprano acariciándonos desde la ventana abierta a la brisa luego del rocío, yo viajando porque el trabajo me mata pero si no trabajo… todo lejos, cerca del campo cuando al regreso el aroma de la tarde se parece tanto a la felicidad, las sombras sin sombra del atardecer, nosotros recortados en esas sombras, el rocío que sube o baja y las alas del portón abiertas para que entre y todo vuelva a suceder, otra vez, cuando la luna es penetrada por algún astro cómplice.
 
 
Conrado Yasenza.
 
26 diciembre de 2012

Resumen de un día que no ha sido

Haiku

 

soy un poeta sin libro,
como un efímero clavel del aire.

 

Conrado Yasenza

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