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Poema del Mecenas y el Amor​



La verdad es que a Godot lo dejé de esperar hace rato,​
pero como idea poética es interesante y potente.​
El hartazgo es como ese paño que arroja la tierra frente al estacionario derecho a los recuerdos.​
El tedio es esperar a Godot​
mientras la entraña y el plexo defecan su furia.​
Mecenas o dineros, esa es la cuestión.​
No hay editores, hay poetas, sin editores claro.​
Además, ¿a quién le interesa la poesía, quién la lee, quién necesita de ella?​
Conseguir un libro de Trejo me llevó dos meses,​
y cuando lo conseguí, se murió,​
venganzas del poeta, farsas del sobreviviente,​
No hay poetas, hay poemas.​
Y los mecenas se mecen en su égida de tutelazgo al literato.​
El ocio creativo  es como aquella puerta del tiempo que uno intenta perder y no recobrar.​
Para ello existe, por ejemplo,  el suspenderse,​
y entonces la administración detiene el juicio otorgándonos literaturas acordes a esas puertas.​
Y los Mecenas!, nunca tengo a mano la mano de uno de ellos,​
y ojo, quizá por pereza para integrar los círculos de los poetas que recitan y agitan por allí​
como duendes infantiles sostenidos en la creencia hecha fábula.​
Pero nos queda, siempre, el ocio creativo,​
el dealer del pudor.​
Mecenas o dineros, esa es la cuestión:​
Imposible manejarlo,  entonces,​
sin olvidar que me viste correr hacia los árboles al anochecer,​
que tenía tréboles de no sé qué suerte,​
aunque no creo que los hayas visto;​
que volví envuelto en un raro aroma, mezcla de menta y café,​
y que ahora te extraño​
como se extraña a una casa conocida.

​

Conrado Yasenza. (05 de octubre de 2012)

Ilustración de Mauricio Nizzero

Haiku

 

soy un poeta sin libro,
como un efímero clavel del aire.

 

Conrado Yasenza

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