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La lecherita del mundo

​

La memoria se aburre de la simple retórica​
del volátil horror​
del amor plano​
de la ética de los principios​
y de los principios sin consecuencias.​
Sigue aullando el perro de la cuadra,​
jadeante, sin respiro;​
se le astillarán los pulmones, pobre perro,​
de tanto anunciar la muerte​
en la noche impaciente o confortable.​
Los ecos del odio histórico​
no han podido silenciar el aullido que anuncia​
que nadie quiere morir de sentido común,​
y este silencio es un clamor de caligrafías​
de eslabones cuya nodriza​
no cesa en su obstinación de alimento,​
desafía la lecherita esos falsos gestos teatrales,​
cómo le cuesta el destete al rentista de la pasión​
y lo mentan sus intrigas.​
Histrión retórico y falso​
es este levantisco susurro de relicarios, máculas​
y mórbido linaje inventado.​
No se deja acorralar la lecherita del mundo​
ríe con la boca abierta​
mira su vertiente en ristra​
y es preñada, ahí nomás,​
por el ritual o la liturgia,​
por el hacha, la espada y la tensión,​
por la punzada cierta y la existencia posterior,​
es la partera la lecherita,​
la memoria hecha pulpa​
centro vital de todos los rostros​
de todas las manos​
y sus orillas,​
playa que espera por nacer.



Conrado Yasenza​ (04 de octubre de 2012)
 

Ilustración de Mauricio Nizzero

Haiku

 

soy un poeta sin libro,
como un efímero clavel del aire.

 

Conrado Yasenza

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