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El paródico​
A Leónidas Lamborghini

Luego de haber hecho sonar el gong en el lejano Mar Egeo,​
florecen los ecos de una ventana abierta​
a los tres enigmas que contienen el deseo y la muerte,​
ellos revelan el desierto absurdo en el que la razón​
se desnuda para ofrecerse en su verdadero rostro: la sinrazón;​
mienten las ordalías del placer y la memoria,​
y ya sabemos del espejismo ante la desilusión:​
el retrato de la hipocresía y su falsa épica​
descifrada en una historia reciente de saqueos con héroes de hambre.​
¿Podría el fracaso, o su tragedia,​
impulsar el humor de la angustiante imitación?​
Esa es la imposibilidad de sucumbir ante El Modelo,​
poeta, poetastro;​
tus espejismos juegan con la mente​
que brama febril en el viaje de la luz a la oscuridad;​
espeje su fracaso entonces, poeta,​
que la inutilidad es el intento,​
la vuelta trágica en la aventura del ser.​
Los griegos siempre lo supieron: los finales son anteriores como los vestigios del Palimpsesto;​
y el Poema no es Grande​
si el libro soñado es la grandeza del poeta,​
otras voces surgirán en esta historia reciente​
para que no juzguemos al paródico, para que seamos piadosos,​
con el hombre y El Gran Poema en su deseo de rozar la belleza,​
de ahí que su reiteración es la del hombre adherido​
a los destellos del fracaso,​
o la tragedia del humor,​
como si una aventura en el transcurrir del tiempo​
fuese el cordero opuesto a su misma esencia,​
a su destino cruel de presentaciones desafiantes,​
el hombre lleno de furia,​
insuficiente en un país de suficientes.

​

Conrado Yasenza (2 de febrero de 2013)

Haiku

 

soy un poeta sin libro,
como un efímero clavel del aire.

 

Conrado Yasenza

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